Sin sombra

Brilla el sol y unas nubes pasan rápido por delante. El otoño por fin se siente y las hojas empiezan a cambiar de color en los árboles. El suelo está embarrado y sucio. Hay hojas y trozos de bolsa de plástico. Colillas y envoltorios de chocolatinas. 


Me cruzo con una vieja por la calle. Lleva un paraguas a modo de bastón y una bolsa vacía. El pelo lo tiene revuelto y se le notan las raíces blancas. Siempre la veo en el mismo sitio. Parada. Parece que espera. A que vengan a buscarla, o a que la lleven a casa. Espera al invierno mientras es otoño, y al verano cuando es primavera. Espera cuando hace sol, y frío, o llueve. 


Me pregunta la hora. Son casi las seis y se está haciendo de noche. Pero tengo prisa y no me paro. Camino sin sombra, con las manos en los bolsillos, dando vueltas sin parar a un papel doblado. 


Doy vueltas al parque, hasta que me duelen los pies. Cada vez más deprisa, con la música a todo volumen. Se ha hecho de noche y tengo que volver a casa.

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