La soledad del escritor

A todo aquel al que le guste escribir sabe que se necesita tiempo. Y para eso, tienes que estar solo, además. El que escribe sabe que el resto de la gente tiene muy poca consideración con él. Las interrupciones se suceden, porque ¿quién note puede interrumpir si sólo estás escribiendo?


Todo esto lo entiendo. Y sobre lo que me gustaría reflexionar es sobre la soledad del escritor. Escribir es una carrera de fondo, algo que haces tú solo y que te lleva tiempo. Que necesita tiempo y necesitas estar solo. Pero es una soledad escogida, necesaria y que recibes como a un viejo amigo, porque te permite hacer lo que te gusta, con lo que disfrutas. Es una soledad compañera, que te basta y casi nunca te sobra. Eres tú y es ella. Y con ella vienen tus imágenes, tus personajes, tus historias. Tus palabras. Y esto para mí, es suficiente.


Por eso, cuando escribo, lo hago feliz, disfruto, aunque no sea nada más que encadenar unas palabras a otras solamente porque suenan bien juntas, porque pegan, porque han surgido para ir de la mano, porque unas con otras construyen cosas, porque se dejan y no se quejan.


Yo escribo para mí primero, y para los demás después, pero de momento, es sólo para mí, de nadie más. Escribo lo que me gusta y como me gusta. Sin límites ni ataduras, ni norte ni sur, sin brújula, sin freno.

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