Ella

Ella se llama María Pilar y tiene 39 años. Una edad difícil. Lejos de los treinta y tan cerca de los cuarenta...
Es de Madrid. Nació en Madrid y siempre ha vivido en Madrid, en el barrio de la Concepción.


No es muy alta, 1,65 m, pero para su generación no está nada mal, y cuando se pone tacones, entonces sobrepasa la media.
Siempre ha sido resultona. Morena, con grandes ojos color almendra y unas pestañas larguísimas y espesas, sobre todo después de las tres capas de rímel que se echa a diario. Su cuerpo es más bien redondeado, pero eso siempre le ha gustado a los hombres, y tiene la carne y la grasa muy bien repartida, justo donde la hay que tener. Su pelo moreno y ondulado, lo lleva largo y le encanta imitar el corte y peinados de Penélope Cruz. María Pilar siempre ha estado orgullosa de su físico.


Trabaja de administrativa en una empresa. Lleva temas contables y de personal, los viajes de su jefe y cualquier cosa que le pidan. Trabaja en una pequeña constructora, que ahora por la crisis se las ve y las desea para no quebrar, pero de momento, gracias a no se sabe qué, salen adelante.


María Pilar es hija única. Sólo tiene a su madre, que está viuda. Su padre murió hace tres años. María Pilar quería mucho a su padre. Se llevaban muy bien, compartía muchas cosas. Los dos compartían su visión de que la vida hay que vivirla y disfrutarla y si, mientras la disfrutas te caes, pues te levantas, te sacudes un poco el polvo y hacia delante otra vez. Su madre no es así. Es una mujer muy controladora, con mucho miedo de todo y que utiliza a su hija. Le ha pedido a su hija que ahora que está viuda se vuelva a vivir con ella y la pobre María Pilar no sabe ya qué excusa poner.


María Pilar es divertida, despistada, le encanta cocinar, no plancha nunca, nunca llega a tiempo pero tampoco muy tarde, es buena recordando nombres y caras y en el barrio la saluda mucha gente. Le gusta apuntarse a cursos de lo que sea, para conocer gente no sólo hombres, como piensa su madre, así que ya sabe preparar sushi, escribir ensayos, hacer flores de papel, encuadernar a mano y un poco de fotografía digital. Mueve mucho las manos cuando habla y su risa es explosiva y contagiosa. Sabe estar seria cuando las circunstancias lo requieren, y se fía de la gente lo justo... pero no tiene buen ojo con los hombres, siempre elige al menos indicado, a los "jetas" como dice su madre. Es feliz con su vida. No le gusta practicar deporte, pero intenta caminar mucho, que también le gusta comer. Se le da bien cocinar. Le gustan los sabores exóticos y picantes, aunque luego le duela la tripa.


No fuma, aunque lo hacía de joven, por hacerse la interesante. Le gusta cantar, es un poco coplera, aunque no lo reconozca.


Sale, o salía con Martín, uno de sus jefes. Un hombre casado, de 45 y con dos niños. Ella pensaba que estaba divorciado, o por lo menos separándose, pero qué va, Martín la engañaba con su esposa, igual que engañaba a su esposa con ella... Por lo menos esta vez lo descubrió a los 5 meses, y aunque fue Martín el que la dejó, porque María Pilar todavía pensaba que le podía cambiar, el berrinche sólo le ha durado dos meses... No así a su madre, que cada día le recuerda que cómo ha podido dejar escapar a Martín, con lo buen muchacho que era...


Sabe que Paco el frutero se muere por sus huesos, pero nunca ha querido más de él que esa admiración ciega que te hace sentir tan bien.


María Pilar tiene dos buenas amigar, Macarena y Josefa, ambas recién entradas en la cuarentena, casadas ambas y una ya divorciada. Con dos niños cada una. Se ven  cuando pueden, y sí, se van de juerga de vez en cuando, por Chueca o Huertas, a bailar y a dejar que los cincuentones las inviten a copas. Se ríen mucho juntas, pero nunca han logrado irse de vacaciones las tres solas, siempre hay niños, madres, maridos y suegras por medio.


A pesar de que María Pilar es feliz, está un poco desencantada con el último novio que ha tenido y Juan, el tipo que acaba de conocer, no le acaba de convencer.Es unpoco bajito y gordo para su gusto, y no sabe si queda sólo con él porque ya ha calado en ella el mensaje de su madre de que nunca va a encontrar a nadie bueno o si es que su cumpleaños se acerca inexorablemente y tiene miedo a envejecer sola.


Su miedo no es racional y le deja dormir casi todas las noches, pero de vez en cuando y cada vez con más frecuencia se instala con ella en la cama y no la deja dormir.

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