La coleccionista de zapatos

Entra en la tienda y pasea su mirada por los hermosos pares de zapatos. Escoge unos de tacón altísimo. Son unas sandalias rosa flúor y con tachuelas doradas. Se atan al tobillo. Pide que se los envuelvan para regalo, y ni parpadea cuando la dependienta pasa su tarjeta restándole una cifra astronómica de la cuenta.


Sale a la calle y siente que el sol brilla más. Llega a su casa y coloca los nuevos zapatos en el armario. Tiene toda una habitación para eso. 234 pares. Cada uno de ellos nuevecitos, sin estrenar. A veces se los prueba. Pero sabe que no se puede poner de pie. Ni caminar con ellos. El defecto de su pierna se lo impide. Pero le gustan, y se hace fotos sentada con ellos. Como si fuera una estrella de cine.


Baja la mirada a sus feos zapatos ortopédicos negros. Uno de ellos tiene una sobresuela de 8 cm. Sale a la calle otra vez, bamboleándose como en un tango con cada paso que da. Una nube tapa el sol. 

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